ARPEGIOS DE MAR Y FUEGO (11 cuentos hispano-uruguayos) escritos por Susana Gómez Lages

¿Qué relata Susana Gómez Lages, en estos once cuentos "de rencor"?      

Trata de:

AMOR Y PASIONES ENCENDIDOS

AMISTAD, TRAICIONES Y RENCORES flotando en el mar de la vida

Música, matizando entornos distintos, agresivos, injustos…




Mar y fuego en una composición literario-musical única que convierte la vida en arpegios disonantes

ARPEGIOS DE MAR Y FUEGO

Once historias que transcurren por las calles, plazas y lugares de varias ciudades y pueblos uruguayos, españoles y argentinos. 

 Once historias narradas con un estilo innovador y exótico, particular de esta autora que combina con acierto y exquisitez: el compromiso que caracterizó a Mario Benedetti, la habilidad dialógica y retadora que entablaba Julio Cortázar con sus lectores y el realismo mágico de Gabriel García Márquez que convierte lo imposible en sucesos. 

Los once cuentos de “Arpegios de Mar y Fuego”

(Títulos, argumento y primeras líneas) 

ALGO PARA UN CAFÉ:
En el Madrid de la “movida”, década de los 80’, el partido socialista gana las elecciones y todo parece cambiar: ser socialista y rico no es incompatible, se anuncian “viviendas y trabajo para todos”, la libertad es un objetivo irrenunciable, las pasiones se exponen abiertamente, la música refleja las nuevas inquietudes, la integración de clases, el espíritu conciliador de la transición impregna el ansia de los jóvenes, pero hay otro país que se esconde, es el de la marginalidad. Alrededor de la Gran Vía madrileña se muestran escenarios distintos. Una Psicóloga recién divorciada, trabaja como Consultora de  Selección de Personal en una empresa francesa, entrevistando a los personajes exitosos de esa época “los yuppies”´, pero sufre su soledad llena de ilusiones y cuenta en primera persona su encuentro con Cecilia, una indigente cuyo interés primordial en la vida, aparentemente, es tomar caféLa consultora sigue un impulso de curiosidad detectivesca e investiga sigilosamente a Cecilia. Las vidas de ambas, aparentemente opuestas, se empeñan en cruzarse en la Navidades de 1991, para calmar la soledad y alcanzan peligrosas alianzas y aventuras cuyo final dramático refleja la crueldad y la indiferencia del entorno social en el que conviven.

El cuento comienza así:

"La primera vez que vi a Cecilia, yo cruzaba el Ecuador de la treintena, alardeaba de mis carnes firmes bien distribuidas, estrenaba divorcio y me disponía a saborear hasta los posos, este humeante y rebosante estatus. Me había licenciado en Psicología y debutaba como Consultora de Recursos Humanos en una multinacional francesa de selección de personal. Contaba además, con un profesorado de piano y solfeo que enriquecía mi balance cultural. Alquilé un apartamento interior de veinticinco metros cuadrados cerca de Plaza de España, desde donde podía ir y volver andando a la oficina, sita en plena Gran Vía.
 Mi trabajo consistía en evaluar candidatos que optaban a puestos relevantes en empresas financieras, la mayoría yuppies, cuya caprichosa disponibilidad de tiempo definía mi horario laboral mucho más que las cláusulas de mi contrato. Aquel día tenía sólo veinte minutos para comer porque había concertado una entrevista con un candidato a las catorce y treinta, así que decidí tomar un bocata en el bar de la esquina y allí entraba cuando oí la suplicante voz femenina subir desde el abismo “¿me dan algo para un café?” Bajé la mirada y la vi, acurrucada en el escalón de entrada, ocupando un espacio tan breve que no necesitaba apartarse para que los clientes pasáramos con holgura. Me miró expectante y extendió su mano abierta. Yo tenía la firme convicción de que las dádivas en metálico no hacen más que perpetuar la indigencia, así que me limité a contemplarla y advertí que iba demasiado abrigada para el mes de julio. Entré y me zampé un bocadillo de jamón, bebí un refresco de naranja y pedí que me prepararan otro menú idéntico para llevar que a la salida deposité, envuelto en una bolsa de plástico, sobre las piernas de la mendiga que seguía repitiendo su frase. Curioseó y olfateó el envoltorio, clavó sus ojos en mí y pidió insolente “¿me das algo para un café?  Volví a mi trabajo indignada, ¿con qué clase de descarada había topado?...
       

DIESTROS Y DERECHOS


"El Picha" nace una tarde victoriosa en que su padre, "El Pichi", realiza una inolvidable faena en la Plaza de Toros de las Ventas. Estaba predestinado a ser torero como su padre, pero la cobardía que le caracteriza desde pequeño se lo impide. Humor, desenfado y compromiso en este cuento, cuyo protagonista alardea de sus relaciones amorosas y se esconde tras las faldas de sus víctimas.

El cuento comienza así:

"Quince de mayo de mil novecientos sesenta, plaza de toros de las Ventas, Manolo Quiñones “el Pichi” pasea a hombros por el ruedo, montera en mano y mano en alto. Dos orejas y rabo. La audiencia lo aclama.
En la clínica madrileña de la Caridad, Virtudes de las Casas se desgañita pretendiendo reducir el dolor del parto con la intensidad oral, hasta que oye llorar al machito, alumbrando el triunfo de su progenitor. Pesa tres kilos y medio. Cuando se cansa de berrear, duerme.
Manolo se quita el traje de luces y enfila para la peña taurina “Los Madriles” seguido del séquito dispuesto a celebrar la faena, cuando recibe la noticia: “¡ya eres padre, Manolo!”. Pregunta si es varón y satisfecho con la respuesta formula la invitación, “hoy convido yo, el Pichi, torero, hijo de torero y ahora padre de torero”. Bebe hasta perder el conocimiento. Virtudes descansa en la clínica.
Isidro Quiñones de las Casas, apadrinado por “Pepe el Chulo” (otro de los grandes), explota en llanto cuando la fría gota bautismal choca contra su frente. A los siete años toma su primera comunión quejándose durante todo el evento por la opresión de sus testículos bajo el ajustado pantalón de marinerito; el padre concluye que su hijo ya muestra maneras, ¡vaya huevos que tiene mi niño!, expresa, ignorando la incomodidad de Virtudes: “qué bestia eres, cariño!...     


DISONANCIAS

Un hombre araña la puerta en mitad de la noche. ¿Quién se esconde en la casa? ¿Qué temen y quiénes son sus víctimas? ¿Se puede huir de un agresor tan especial? ¿Qué peligros acechan en la escapada? Cuento tragicómico de amor, humor y esperanza. Ilusión, juventud, engaños y música como telón de fondo, resplandecen en un ambiente hostil donde impera el maltrato, los prejuicios y la hipocresía de una sociedad capitalista y explotadora, con la complicidad de los medios de comunicación.
                                                                                                                                           
El cuento comienza así:

"Desde mi cama le oí arañar la puerta de entrada a la casa. Me acurruqué en posición fetal, formando un ovillo con las sábanas y el edredón, metí la cabeza bajo la almohada, sabía que se avecinaba esa clase de tormenta que siempre me helaba la sangre. Mi padre seguía arañando la puerta, dejándose las uñas, rasgando la pintura en mitad de la noche hasta que por fin logró introducir la llave en la cerradura, giró y empujó sin piedad.
Mamá oyó el golpe contra la pared y el olor a alcohol que impregnó la casa hizo diana en su nariz; saltó del sofá de cojines hundidos al que le hacía falta un retapizado, implorando que al menos su estallido no llegara a mis oídos, que yo no me despertara ¡por favor!. Rauda y sigilosa se plantó en mitad del zaguán, cortándole el paso. “No hagas ruido, la niña duerme”, rogó al marido que apretaba la vejiga y bajaba la cremallera del pantalón con la mano derecha mientras le propinaba un brusco codazo izquierdo que a punto estuvo de hacerla caer, “¡quítate, coño, ¿no ves que me vengo meando?”. Temblándole las piernas, mamá probó con el humor al que le daba acceso el miedo nervioso “¡yo creí que venías buscando sexo, como traes la mano en la bragueta!”. Sin contestarle, papá alcanzó el baño y alivió su lluvia gualda despreocupándose por acertar dentro de la taza, la rabia de haber perdido el jornal de la pesca entre juego y copas, orbitaba en su cabeza...


LA LUZ CORTADA

Santiago, pianista y cantautor; hijo único de un matrimonio humilde que hizo sacrificios económicos para darle una buena educación. Una noche es detenido por la policía en circunstancias brutales y acusado de apología del terrorismo y antisistema. Le condenan a seis años de prisión. Santiago tiene un sueño recurrente que la Psicóloga de prisiones se niega a entender. La tortura se disfraza de enfermedad, y el miedo a la venganza de la sociedad y de sus vecinos convierte el clima claustrofóbico de la prisión en miedo a la libertad, un miedo que sólo la cultura y la música le ayudan a vencer, a recobrar la razón, el equilibrio y la esperanza.

El cuento comienza así:

El portón de hierro se abre, me cuesta andar, me duelen las piernas pero consigo salir hasta la acera, nadie me espera, subo a un autobús que da varias vueltas a mi ciudad, hay edificios que no recuerdo, faltan los parques donde jugaba de pequeño, sé que es mi ciudad pero no la reconozco, tengo miedo, mucho miedo a orinarme en los pantalones, a hacer el ridículo, a que se rían de mí. El autobús para y me bajo, estoy justo frente a mi casa, a mi plaza, a la taberna donde me reunía con mis amigos antes de entrar en prisión. Me detengo en mi portal para buscar las llaves, ¿habrán cambiado la cerradura?... Una mujer erguida y arrogante, con anchas y abultadas hombreras, abre la puerta desde dentro, el sol hace diana en sus joyas y me deslumbra, lleva medallas, brazaletes, sortijas y una enorme diadema sobre el cabello amarillo, tan cardado que su cabeza parece hueca bajo aquella telaraña; sonríe y un mapa de arrugas se marca en su rostro excesivamente maquillado, abriendo un túnel absorbente entre las delgadas líneas de los labios; un rayo solar reverbera en el oro de sus dientes produciendo un destello fulminante que me ciega irremediablemente, estoy a punto de caer pero me recupero y entro tambaleándome, siento su mirada clavada en mi espalda como una daga hiriente pero no logro girar la cabeza, no quiero saber por qué me mira de esa forma. Mientras subo la escalera veo mi buzón, el único al que le falta la tapa, contiene un sobre grande y blanco, sigo subiendo, me pesan las piernas cada vez más, en el primer rellano descansaré - me repito-, pero allí encuentro a un adolescente delgado y rubio que me recuerda a alguien sin nombre, “¿has leído la carta?”, me pregunta; “no sé leer”, miento; “entonces te lo diré claramente”, responde sacando una pistolaoigo el disparo y me sumerjo en la oscuridad más absoluta.


FALSAS EXPECTATIVAS

Treinta años atrás Fermín y Manolo compitieron por el amor de una mujer. El vencedor no tuvo el valor de hacerla feliz., pero alcanzó el éxito, la fama y la riqueza.  Ahora el perdedor pide cuentas y trama venganza en un encuentro lleno de alardes y reproches.

El cuento comienza así:

"Oí ladrar a los perros y desde la ventana vi al cartero. Atravesé el jardín rodeando la piscina cubierta por una gélida capa blanca y recogí la misiva a través de las rejas, sin abrir el portón, hacía un frío del carajo hoy en El Escorial. Una carta urgente no podía anunciar nada bueno y menos si procedía de Uruguay. Me serví una copa de coñac y me apoltroné en el sofá calentito a leer, mi hermano me comunicaba que el veintiocho de diciembre mi sobrino llegaría al puerto de Vigo, dando por sentado que yo iría a recogerlo. ¡Eso es pasado mañana!, no entendía por qué, si su vástago llevaba doce días embarcado, no me había avisado antes, ¿qué oscuro interés traerá este pendejo?, no nos tenemos tanto cariño como para pensar que viene a cuidar de su tío en la vejez.

Aparqué mi Porsche en la estación Sur de autobuses y camuflado con gafas oscuras, gorrita rapera y bufanda hasta la nariz, corrí por las escaleras automáticas, mi autobús partía a medianoche, faltaban cinco minutos. A mi edad, viajar toda la noche sentado me provocaría fuertes dolores de espalda, ¡la gente de allende los mares siempre acababa complicándome la vida!. Ocupé mi asiento, primera fila y pasillo, al lado del conductor, quien tras examinar mi billete, me pidió el D.N.I, me exigió quitarme las gafas, y tras observarme rigurosamente dijo: “Fermín, ¿no te acuerdas de mí?, soy Manolo, hace años fuimos rivales”, extendió la mano para saludarmeno le recordé hasta que añadió “yo era vecino de Silvana allá en Montevideo”. El antiguo “gallito” al que temíamos los chicos “bien” del barrio de Malvín Norte había adelgazado y perdido pelo…

FORTUNAS CRUZADAS

¿Nacen algunas personas predestinadas para la  marginación?. ¿Está escrito el destino de cada uno o es la sociedad la que "decide" cómo y quien debe ser discriminado?, ¿Es nuestra vida consecuencia del entorno en el que nacemos?  ¿Quién decide si hemos de ser víctimas o verdugos?  
.Abel y Carlitos crecieron en barrios distintos, opuestos, la cuna de uno es rica y la del otro muy pobre. Ambos aman las bicicletas, pero de una manera muy distinta. El destino de uno se ve frustrado por la insensibilidad, el interés y los excesos del otro.

El cuento comienza así:

"A partir del seis de enero de mil novecientos noventa y tres, Abel y Fortuna fueron inseparables; aunque apenas le llegaban los pies a los pedales, había deseado tanto tener una bicicleta, que recorría las calles de Carabanchel como un campeón, iba y venía del colegio montado sobre su tesoro, atravesaba los callejones entre los edificios grises sorteando los cubos de basura, regresaba salpicado de barro los días de lluvia, satisfecho de mantener el equilibrio sobre el pavimento helado por la nieve, y sudando bajo el sol abrasador de julio. A los seis años él sabía suficientemente quienes eran los Reyes Magos, por eso comprendió rápido la talla exagerada del vehículo para sus piernecitas cortas y delgadas, los huecos de pintura sobre el manillar, las rayas desiguales en la barra central del cuadro y el guardabarros trasero algo torcido; sus padres habían hecho tal esfuerzo para comprarle de segunda mano el regalo de sus sueños –en lugar del chándal que había encontrado cada epifanía en sus zapatos-, que simuló no apreciar esos detalles…


FUEGO DE OTOÑO

Ambición, religión, represión y falsa moral crean el clima ideal para que aparezca un verdugo,  y exprima la pasión irremediable de su víctima hasta extremos imposibles. Eulalia ríe, ríe y ríe, como en la poesía de Rubén Darío, pero ¿de qué se ríe? Una familia controladora donde impera el desequilibrio, una tía millonaria a la que todos sirven atraídos por la suculenta herencia y una pasión uterina, descubierta en la madurez, el escenario ideal para el caos y la caída al abismo.

El cuento comienza así:

"Bajaba deprisa la agreste ladera del peñón de Melivientos, abriéndose paso entre el follaje, el hacha en su mano derecha, el hombro izquierdo levantado y tenso, la camisa ensangrentada, desesperado el rostro, la calva arañada y unas pocas greñas pegadas a la nuca por el calor de agosto. Irrumpió en la carretera inundada por la vecindad vestida de domingo, “Me han manipulado el pensamiento” gritó.

Desde la lujosa terraza en quinta planta, esperaban a Eulalia intranquilas, viendo el anochecer del Parque del Oeste. Luisa estaba mosqueada y Luisa mosqueada era un peligro. La tía Julia lo sabía pero no sabía como calmarla. Se había hecho cargo de las dos sobrinas a la muerte de su hermana, no estaba dispuesta a permitir que las chicas vivieran solas. Luisa tenía quince años, y Eulalia diez, “edades difíciles para crecer en estos tiempos de hippies y libertinos”, decía. Con diplomáticas artimañas, forzó a su cuñado, el marinero Iñaki Gorriti, que pasaba en alta mar casi todo el año, a renunciar a su parte de la herencia. Poco después vendió el piso del barrio de Salamanca y adquirió la casa señorial de Moncloa. Julia Damacio era como una princesa para sus sobrinas, había cosechado una importante fortuna gracias a su viudedad de un militar que pasó a mejor vida tres años después de la boda, dejándola con el cuerpo joven, la mente calculadora y la ambición por estrenar, sin hijos a quien transmitir el señorío que Dios le había dado…


HUMO DE DOMINGO

Patricia viaja en un tren que, como cada domingo, la conduce a la casa de sus amigos, en un pueblo cercano a Madrid, donde se reúnen para comer desde hace más de treinta años, desde que emigraron de Montevideo huyendo de la dictadura uruguaya. Un fantasma recorre el vagón, arrebatándole de las manos la carta que estaba leyendo, el fantasma tiene nombre y pasado. Cuando Patricia relata su experiencia, se despiertan tensiones, traiciones y rencores que cambian rotundamente el destino de cada miembro del grupo.

El cuento comienza así: 

"Pasó como un fantasma, veloz y ligera, casi en volandas, por el delgado pasillo hacia el siguiente vagón; el viento que produjo me arrebató la carta de las manos. El tren iba casi vacío los domingos a esa hora, la gente se recogía en sus hogares o se reunía para tomar el aperitivo, yo llegaría tarde a mi cita, me estarían esperando. Intenté coger la carta en el aire pero mi mano chocó contra el respaldo del asiento delantero, ¡qué dolor!. Me levanté indignada para conocer a la causante del estropicio, pero había desaparecido; recogí una a una las páginas manuscritas dispersas en el suelo, abrí la puerta y entré en el vagón siguiente. La vi de espaldas, sentada, parecía dormida, ajena a la vitalidad airada del instante anterior, su falda larga y gris rozaba el suelo, el cabello lacio y canoso colgaba por encima del apoyabrazos casi hasta la cintura; parecía tan tranquila, que me dio pena molestarla; después de todo, aquello había sido un accidente -me dije- nada voluntario. Sonaron en mi cabeza como una ráfaga, los acordes fuertes y violentos de la polonesa heroica de Chopin; volví a mi asiento y seguí leyendo...

MAQUIAVELOS AL SOL

La playa de Cádiz es el hábitat veraniego donde los protagonistas pasan sus vacaciones observando la hipocresía moral de los veraneantes que se mezclan e invaden los espacios de los habitantes permanentes de la ciudad, mientras los que no tienen pueblo se esfuerzan por integrarse en su destino veraniego. Personajes disfrazados, abuelitos maltratadores, vecinos prestados, ladrones inocentes, convierten el verano en un escenario social apto para el ejercicio de la lucha por un mundo mejor.

El cuento comienza así:

-¡Ven, corre, asómate y mira, ahí está otra vez ese “personaje”!
-¿Qué “personaje”?
-La ladrona de bolsos

Casi dos metros de personaje, melena violeta y verde, depilación postergada, hombros titánicos, caderas minúsculas, pies anadinos, brazos aficionados a la halterofilia. Tenía su propio método. Andaba por la arena seca y caliente de la playa tambaleando su figura isósceles apenas cubierta con un grotesco trikini de leopardo, sorteando sombrillas, cuerpos estirados, niños jugando, balones disimuladamente huidos de sus dueños…. Atacaba especialmente a turistas y lectores. Fingía atender una llamada a su teléfono móvil y se sentaba demasiado cerca de algún bolso que descansaba aparentemente olvidado por sus dueños sobre la arena. Los propietarios de la parcelita acotada por las toallas, colchonetas, sillas y nevera, adormilados por la caricia del sol o inmersos en la lectura, la miraban molestos al principio, girando la cabeza a intervalos breves para controlar a la intrusa que había traspasado su frontera sin haber sido invitada. Pasados unos minutos, al notar que  seguía absorta en su escucha telefónica, empezaban justificando aquella actitud extraña y acababan olvidando su  presencia. Era entonces cuando la astuta, sin variar un ápice su postura, introducía la mano libre en el bolso, lo revolvía hasta encontrar objetos atractivos y desaparecía con ellos andando tranquila por la playa, tal como había venido, dejando a sus víctimas sin algunos tesoros con los que habían cargado desde su casa o desde su hotel hasta la playa…

MARGARITAS EN ACCIÓN

En 1924, una familia gallega emigra a Montevideo. Margarita es una niña explotada y una mujer maltratada, víctima de la violencia machista. A finales del siglo XX, su hija emigra de Montevideo a Madrid. ¿Qué ha cambiado en la emigración en más de medio siglo?

El cuento comienza así:

"Tras un duro día de trabajo regresaba a mi hogar cansada y hambrienta. Alcancé mi calle y desde la esquina me alarmé al divisar varios coches de policía aparcados frente a mi domicilio y vecinos agolpados murmurando palabras que se confundían en el tumulto; ¿qué está sucediendo?, me  pregunté; no se veía humo, fuego ni bomberos, el edificio estaba en pie; repasé mentalmente mis acciones de esa mañana antes de salir de casa, sí, había apagado el gas, estaba segura, era imposible que hubiera dejado un grifo abierto, soy muy cuidadosa con el aprovechamiento del agua, había cerrado la puerta con llave después de verificar que todo estaba en orden, como cada día.…
La causa de aquella aglomeración no podía tener nada que ver conmigo, concluí satisfecha, así que intenté pasar desapercibida y colarme hacia el ascensor, pero me descubrió Carmen, la del segundo A, “¡ES ELLA!”, gritó señalándome. Varios agentes me rodearon, uno pronunció mi nombre y me ordenó que les acompañara, empujándome al interior del coche-patrulla. Sumida en la indefensión más absoluta, repasé mentalmente mis últimos trece años: emigré a Madrid, trabajé de secretaria mientras estudiaba en la Universidad Nacional de Educación a Distancia y nada más licenciarme, me contrataron como Psicóloga en la ONG “Orégano”, para tratar adolescentes en riesgo de exclusión social y a sus familias; generalmente las madres eran mujeres maltratadas o abandonadas…. ¿qué delito me atribuirían?, “¡me están confundiendo con otra persona!, ¿de qué se me acusa?” pregunté sin obtener respuesta,  “¿Adónde me llevan?” intenté comunicarme otra vez, ya desesperada, “al Aeropuerto de Barajas, una extranjera indocumentada ha preguntado por Ud., no podemos informarle nada más, ya se lo explicarán las autoridades de inmigración” respondió por fin el más joven de los tres agentes que me acompañaban…

REPETIDORA INFIEL

El glamour del fútbol, empresas constructoras, corrupción, marketing... La belleza femenina es cautiva del dinero, la obediencia, la religión y otras mafias. En una sociedad inhóspita donde las familias se convierten en verdugos, Marina es una mujer desilusionada del amor, ávida de pasión y sexo, acosada por la hipocresía moral y amenazada por matones a sueldo... Se siente culpable por haber repetido curso a sus 13 años, percibe ese fracaso como una mancha imborrable en su vida, que la lleva a soportar presiones y traiciones que puede descubrir o morir en el intento.

El cuento comienza así:

La tarde de autos, Marina Villarrobledo entró en mi consulta a las cinco en punto de la tarde, sumergida en una incertidumbre que la ahogaba, hundiéndose en la presión de la vida, aplastada por la cobardía percibida de atreverse a desear su final. Salió una hora más tarde, repitiéndose en voz alta mis consejos “reflexiona sobre tus derechos como persona, como mujer, como hija, como trabajadora….”, buscándolos en algún estante de su mente que no encontraba, sintiéndose como un ordenador gastado, cuya sustitución es inminente. Andaba ajena a su belleza, a las miradas de admiración que le dirigían los viandantes masculinos, sin recordar que era una mujer de veintiocho años y cuerpo perfecto. A decir verdad, todo parecía perfecto en ella, pero Marina no era feliz. 

A las diecinueve horas y cincuenta minutos atravesó el portal de la que había sido su casa, resuelta, sin mirar al conserje, ascendió los cuatro pisos por la escalera para evitar preguntas incómodas de la vecina que esperaba el ascensor, tenía derecho a guardar silencio sobre sus lágrimas que habían convertido su maquillaje en suciedad resbaladiza. A las ocho en punto de la tarde encontró la puerta del ático abierta y pensó que Felipe estaría dentro esperándola, un brusco empujón desde atrás estuvo a punto de hacerla perder el equilibrio pero no pudo gritar porque un guante blanco y áspero le tapó la boca al mismo tiempo que algo metálico y frío se le clavó en la espalda haciéndole daño y metiéndola con fuerza al interior del salón….





LA  AUTORA: Susana Gómez Lages

Es Psicóloga, Escritora y Pianista.
Nació en Montevideo (22/2/1954), donde se recibió de Profesora de Solfeo (a los 12 años) y de piano en 1973, meta que consiguió sin haber tenido nunca piano, gracias a la generosidad de su profesora, a quien le dedica el cuento "Humo de domingo" . 
Emigró a Buenos Aires en 1974 y después a Madrid, donde reside desde el 16 de junio de 1975.
 Influyen en su obra literaria: Mario Benedetti, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Rubén Darío, Almudena Grandes, David  Trueba y Arturo Pérez Reverte. "ARPEGIOS DE MAR Y FUEGO" es su primer libro de ficción, en el que se aprecia la influencia de los escritores sudamericanos que tanto admira y a quienes se refiere en el relato "La luz cortada".
Vivió intensamente lo que se denomina "la movida madrileña" en los años 80' pero en los ambientes de jazz y de rock, no de los estilos que dieron lugar a la denominación antedicha. 
Esperamos ansiosos la publicación de su primera novela, ya finalizada, que nos prometió para Febrero o Marzo de 2022.
Publica el blog  “Mi opinión, mi compromiso” en el que nos regala nuevos e interesantes relatos. 
Le encanta interactuar con sus lectores, agradece los comentarios en sus blogs, así como las visitas a sus páginas en redes sociales y ofrece su e-mail para abrir, precisamente, la comunicación escritor-lector. 
Ha grabado "Algo para un café", el primer cuento de "ARPEGIOS DE MAR Y FUEGO" y lo brinda gratis en Youtube. 

Contactar con la autora: Susana Gómez Lages   

sglages@gmail.com

Librería: https://www.lulu.com/spotlight/susanamargarita

https://www.facebook.com/susana.gomezlages/

@susanagmezlages

https://www.linkedin.com/in/susana-gómez-lages-13ba2169/

¿Quieres escuchar el audiolibro "algo para un café?"

https://youtu.be/Gwp-X6qdppI

https://youtu.be/-GW-Xd2Z3hA

https://youtu.be/__u9S-uThv0
https://youtu.be/qOQiD25zjVU




          









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